jueves, octubre 30, 2008

El Punto Débil de la Democracia.

(falta terminar)

Conayca: entre el cielo y la tierra


Con las palabras en quechua Jonai y Ka que significa en español Entregar y Llevar,nace Conayca. Este era el punto donde el chasqui que bajaba de otros pueblos como Laria y Manta, entre otros, le entregaba a otro chasqui, que subía de Izcuchaca, un pueblo al borde del río Mantaro, a Conayca, cartas u órdenes escritos por puño y letra del Inca para que éste lo haga llegar a manos de una autoridad izcuchaquina.

En las alturas de Huancavelica y a más de 3.682 m.s.n.m. y con una superficie de 37.8 km2 se encuentra este distrito que en sus inicios fue el lugar ideal para los sacerdotes y aspirantes donde realizaban su retiro para la adoración de su principal Dios: el sol. Ellos pasaban día tras día para que el Inti los escoja y vayan a su reino.

En el año 1823 y por decreto de Simón Bolívar, quien se dice que tenía una hacienda la cual era su preferida por el permanente contacto con la naturaleza, Conayca deja de ser un centro poblado y pasa a ser un distrito.

En primer lugar, como todos los pueblos de la sierra, Conayca es apacible, tranquilo y con un permanente mentolado aroma por la gran cantidad de enormes árboles de eucalipto. Posee un silencio que permite escuchar, a pesar de la distancia, el recorrido de las aguas del río Mantaro y los silbidos de las aves: testigos mudos de su historia que vuelan por el cielo y descansan en los árboles, y permanecen sedentarios como invitados de honor de la naturaleza. Sin mencionar el aire puro que se respira en todo momento.

Al ingresar a una de las tantas chacras, uno puede apreciar cómo los agricultores extraen los tubérculos de la tierra, algo nunca antes visto por quienes residimos en Lima desde la niñez lo cual sorprende al visitante.

La papa, la yuca, la col, el maíz, entre otros, son algunos de los frutos que siembran y al cabo de un tiempo cosechan para comerlos, venderlos o lo usan para hacer trueques por carne de res o en algunas oportunidades por un “pachito” u oveja, e incluso para agradecer o dar la bienvenida a un vecino o familiar-visitante, para esto el agradecido se acerca a la casa de la otra persona y éste, como acto también de agradecimiento, le invita un plato de comida, manojo de coca, una botella de calentado

Algo que carecen los demás pueblos cercanos a Conayca es que éste tiene un barranco desde donde se puede apreciar la carretera que viene de Huancayo, pasa por Izcuchaca, llega a la cuidad de Huancavelica y sigue su camino siempre al borde del río Mantaro.

En segundo lugar, en todo sitio se tejen creencias, algunas más hilarantes que otras, pero que son parte de su desarrollo. Conayca no escapa a esta realidad y tiene las suyas tal como la existencia de Pistacos, hombres que matan a pobladores para quitarles la grasa corporal y venderla al extranjero quienes, se dice, pagan un precio elevado para las maquinarias y para que no haya rastros de esto, queman los cuerpos de las victimas. Después de cometer el asesinato, llevan una vida normal al lado de los demás pobladores y, aunque haya rumores de que alguien es un Pistaco, nadie se atreve a encararlo por el temor a ser la próxima víctima. Aunque la última desaparición de un poblador fue en el año 2001 y los adultos no la mencionan pero aún la recuerdan, los niños se encargan de preguntarles y transmitirlas a los demás dando lugar a su permanencia con cierta añadidura de actualidad.
Otra creencia es El Condenado cuyo apelativo hace referencia a David Manrique, poblador conayquino, quien años atrás había robado una carga de plata a un herrero de la zona que la estaba llevando a Izcuchaca en el lomo de un burro y que en ese momento el burro comenzó a rebuznar. David entró en pánico y no tuvo mejor idea que matarlo y luego prosiguió con su dueño para que no lo denuncie a las autoridades. Al terminar con los dos asesinatos escondió la carga en el fondo de un molino abandonado. Al cabo de un tiempo murió y esto trajo zozobra en la población lo cual produjo que las autoridades busquen los tres cuerpos (la desaparición o asesinato de un animal es castigado por los pobladores y por las normas municipales). Después de tres meses hallaron su cadáver sin la grasa corporal y sujetando fuertemente la carga como si no quisiera alejarse de lo robado. Desde entonces, nadie puede acercarse y menos ingresar al molino ya que el alma de David cuida celosamente el lugar y hace amedrentar a algún intruso que intente sustraer la plata. Así permanece todos los días, condenado a custodiar algo que nunca le perteneció y que jamás disfrutó.

La naturaleza también forma parte de las creencias de esta zona. Al mencionar al cerro que habla cuyo pago por vaticinar lluvias o sequías, solucionar problemas de diversas índoles y hallar personas o animales desaparecidos consta de una copa de aguardiente, un manojo de coca y un cigarrillo que deben ser introducido en un hueco hecho con las propias manos de quien desee que se cumpla ese pedido.

El arco iris, que para muchas personas es algo hermoso, para los pobladores de Conayca y de otros pueblos es algo maligno. Existe casos de mujeres que han sido alcanzadas y tocadas por el arco iris y que éstas salieron embarazadas, peor al cabo de cuatro o cinco meses dan a luz sapos, culebras o animales extraños muertos. Por esta razón es que las mujeres, incluso los varones, le temen a este fenómeno físico.